Ateneo Republicano

Obispos, sexualidad y principios constitucionales

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Reflexiona el teólogo Juan José Tamayo, sobre los 41 años de la firma de los llamados «Acuerdos entre la Santa Sede y el Gobierno español» . Y comienza denominándolos «llamados» porque en realidad eran un concordato encubierto, revisión de los textos concordatorios de 1953. Acuerdos preconstitucionales ya que se cocinaron antes de la aprobación de la Constitución.

Según opinión del teólogo y profesor Tamayo, transgreden principios como la LAICIDAD del estado. Es una trampa democrática en toda regla y quedan importantes restos de nacional- catolicismo en la esfera pública y no pocas injerencias en el estado y en la vida, añade el teólogo.

Y tanto es así que éstos días hemos asistido a la recomendación de manual, de cómo se debe comportar la pareja en sus relaciones sexuales. Dice el texto, retirado ante el aluvión de críticas.
» El varón los días que quiera tener relaciones sexuales, deberá hacer un esfuerzo mayor y asumir ciertas tareas y la mujer deberá liberarse de ciertas cargas de trabajo y descansar para encontrarse ambos preparados para el encuentro sexual».

La carga familiar recae sobre la mujer y sólo se libera y descansa para dar satisfacción y «reposo al guerrero».

No se me ocurre otra cosa más apropiada que tildar ésta recomendación de la Conferencia Episcopal, de retrógrada, sexista y antifeminista. No puedo estar más de acuerdo con, la reflexión del Sr. Tamayo de la injerencia de la iglesia católica en la vida de las personas. La reacción de la sociedad, tanto mujeres como hombres preguntados al respecto dicen que, la iglesia llega tarde y a destiempo, que la sexualidad es algo consustancial a la vida y no se regula.

A mi modo de ver y ésta es la piedra angular, la guía en cuestión rezuma machismo por todas partes, ya que al parecer es el varón quien marca los días en que hay que tener relaciones sexuales. La carga familiar recae sobre la mujer y sólo se libera y descansa para dar satisfacción y «reposo al guerrero». La mujer queda relegada a dar simplemente placer al hombre. La jerarquía católica, célibes ellos, dan lecciones y guías educacionales.

Más valdría resolver y reparar adecuadamente todos los abusos cometidos por parte de esa jerarquía y reconocer que la sexualidad debe vivirse en libertad e igualdad entre las personas, al margen del género.

Para finalizar, el derecho individual en nuestro país, reconoce la libre unión en matrimonio entre mujeres y hombres. La Conferencia Episcopal, retrógrada donde las haya, no se da por enterada después de tantos años.

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