«Eutanasia» Buena muerte, esto significa facilitar la muerte a una persona que libremente la solicita, para librarse de un sufrimiento que es irreversible y que considera intolerable.
Eso debía pensar el señor que compartió habitación hospitalaria con mi padre. Su hija que entró entre lágrimas al espacio, me lo confirmó. «Mi padre se quiere morir». Y es un sin vivir. Lo pude comprobar, en cuanto tenía oportunidad, se arrancaba las agujas y mascarilla que le mantenían en vida. Y eso sí que es tremendo para el enfermo y la familia.
Es seguro que el Gobierno actual, lleve una Propuesta de Ley al Congreso de los Diputados, que garantice éste derecho a morir.
En los Países Bajos, pionera en la regulación de la eutanasia, la ley que la regula, la llaman «terminación de la vida» a petición propia. En Canadá » ley de ayuda médica para morir». Según el Instituto Nacional de Estadística, cada día hay alrededor de 10 suicidios en España. La muerte decidida voluntariamente es algo cotidiano, unas personas lo consiguen, otras no. La muerte voluntaria está en la vida, la voluntad de quitarse la vida ha existido siempre. Es una decisión personal que está ligada al convencimiento de que su sufrimiento es irremediable.
Si el dolor se puede tratar con paliativos, la persona, seguramente no decide poner fin a su vida. Cuando lo decide en su intimidad, seguramente considere que «vivir así» no es vida. No tiene sentido seguir sin esperanza de nada.
No obstante los datos, nos informan que 6 de cada 10 personas en Bélgica, reciben cuidados paliativos, porque es complementario en el camino hacia la eutanasia. Regularizar éste derecho en España es necesario dada la exigencia de la sociedad. De lo contrario las personas tomarán sus decisiones particulares.
En 2018 la Federación de Derecho a Morir Dignamente pregunta a la población, arrojando un resultado de que un 84% de la población está a favor de la eutanasia. No hay argumento que justifique la no regulación, basada en creencias de tipo religioso, creencia individual de la sacralidad de la vida. Todo es respetable, sin imponerlo a la sociedad. Tampoco los creyentes deben imponer a la mayoría sus opiniones.
«la eutanasia se debe convertir en un derecho, para no provocar indefensión jurídica y dar satisfacción a la sociedad que casi siempre va por delante del legislador. «
Los obispos ya han clamado. Nada nuevo. Lo nuevo es hacerlo de modo que, esa mayoría lo facilite en el Congreso de diputados.
En una sociedad plural como la española, se ha intentado influir en cada uno de los derechos civiles. La religión católica también desaprueba el divorcio, los anticonceptivos, el aborto, el matrimonio entre homosexuales. Seguramente la santa madre iglesia, católica, apostólica y romana cuando se lleve el anteproyecto al congreso, removerá el cielo y la tierra. Llegados a éste punto deberemos recordar a las personas creyentes que, no lo haga, si usted no lo desea. No se obliga a nadie, se ejerce el derecho reconocido legalmente.
La objeción de conciencia de los médicos deberá modificarse. La ayuda médica para morir debe legalizarse como otro servicio de atención al paciente, igual que un aborto, u otra atención que esté reconocida. Para lo que hará falta documentar la libertad de la persona para decidir sobre su propia vida. Como el testamento vital en la actualidad. Bien sea por razones de enfermedad o porque la persona que lo realiza se ha cansado de vivir.
Por esto y por otras muchas razones, la eutanasia se debe convertir en un derecho, para no provocar indefensión jurídica y dar satisfacción a la sociedad que casi siempre va por delante del legislador.
Para saber más: Página web Derecho a Morir Dignamente.
Fotografía: Imagen de Sasin Tipchai en Pixabay