Con demasiada frecuencia se habla de las mujeres, sin las mujeres, llegando ciertas fechas en el calendario.Y con buena intención, supongo, se insiste en que hay que acabar con la idea de que, las mujeres tenemos que cambiar. Para cambiar el estado de la cuestión, hace falta honestidad, poner en marcha el mecanismo de cambio en el pensamiento del hombre, porque es el 50% de la historia.
Nada cambiará si el hombre se llama «andana» y no comprende que no se trata de socializar a las niñas en trabajos desarrollados por los hombres hasta ahora. Nada cambiará si el hombre no reconoce que la mujer puede y sabe desarrollar todos los desafíos con responsabilidad tanto en el ámbito privado como público.Nada cambiará hasta que el hombre caiga en la cuenta de que es la mujer, quién da la vida a otra persona. Sólo por eso ya debe ser reconocida como «única».
Y nosotras las mujeres debemos valorarnos como merecemos. A pesar de las grandes movilizaciones del movimiento feminista mundial, se sigue creando y alimentando la masculinidad en los niños. La sensibilidad en el hombre para tratar cualquier asunto, es la excepción de la
regla. La masculinidad se consagra como mejor idea de ser y sentir.
«no somos nosotras las que tenemos que cambiar constantemente hacia un modelo que es diseñado por el hombre y su masculinidad»
Antonio de la Torre da en el clavo en unas declaraciones en prensa, cuando se refiere a las oportunidades en el trabajo. El actor reconoce que es un privilegiado y que el éxito de los últimos años, con su edad, es debido a que es hombre. Una mujer, no hubiera tenido la misma suerte. Por tanto comparto la idea de que, no somos nosotras las que tenemos que cambiar constantemente hacia un modelo que es diseñado por el hombre y su masculinidad.
Transformar es cambiar muchas cosas. Que los cuidados de las personas sea una práctica y trabajo donde se vea al hombre, debe ser lo normal. Queda tarea por delante.